Es curioso como, de la noche a la mañana, nos sorprenden con una noticia internacional de un país africano del que apenas habíamos oído hablar, pero que ahora resulta que se han producido un genocidio. O ese otro país asiático, de difícil pronunciación, del que ahora hablan como si fuera a haber una guerra civil. Son noticias impactantes, con imágenes duras y crónicas, muchas veces, desatinadas e imprecisas. Pero todos sabemos que, para que ocurra un genocidio, o una guerra civil o cualquier otro acontecimiento que afecte a toda una nación, se deben de dar unos hechos previos que conduzcan a tales extremos. Es como si nos pusieran el final de una película que nunca habíamos visto, podríamos estar viendo una playa llena de cadáveres y seguido el letrero: “The End” (o “Fin”, si es en español). El caso es que, sin conocer la trama de la película, es difícil entender por qué hay tantos muertos en esa playa, qué es lo que ha pasado, quién es esa gente y todas las preguntas que nos quisiéramos hacer sobre ese trágico final. Pues con las noticias que nos ofrecen los medios de comunicación nos conformamos con “ver el final” sin cuestionarnos nada sobre ello, nos quedamos tan anchos y hasta llegamos a hacer comentarios en nuestras tertulias laborales tales como:“¿Has visto la de negros que han matado ayer en ese país…? creo que era por ahí, por África. Es que esa gente está loca…, en cuanto cogen un machete se lían a cortar cabezas sin ton ni son…”.
Para evitar que os asalten con alguna noticia alarmante de Tailandia hemos decidido informaros de los últimos acontecimientos ocurridos en este país y lo que se está gestando en las próximas semanas.
El pasado sábado 13 de Febrero estallaba una granada en una universidad próxima a la Casa de Gobierno, por suerte, sin víctimas mortales ni heridos. El día siguiente, 14 de Febrero, miembros de la seguridad del Tribunal Supremo encontraban explosivo C4 en el muro próximo al edificio del Tribunal. Ambos hechos confirman las amenazas lanzadas contra el gobierno y la judicatura por parte de los simpatizantes del depuesto Primer Ministro Thaksin Shinawatra. Thaksin se encuentra huido del país para evitar una condena de cárcel por corrupción, mientras su fortuna (unos 1.600 millones de euros) ha sido intervenida por el Tribunal Anticorrupción para su investigación. El veredicto sobre dicha fortuna será emitido el próximo 26 de Febrero.
Estos hechos han movilizado al grupo de simpatizantes de Thaksin, conocidos por los “camisas rojas” (no por motivos ideológicos, sino porque el color de Thaksin es el rojo, ya que nació en domingo. En Tailandia, a cada día de la semana la corresponde un color distinto). Este grupo es conocido por sus siglas en inglés UDD (Unidad por la Democracia y en contra de la Dictadura) y tiene una gran fuerza en la zona Norte y Noreste (Issan) de Tailandia, que son las zonas más pobres y, a la vez, más pobladas del país. Desde este grupo se había amenazado con atacar distintos edificios gubernamentales y judiciales si se procedía con la confiscación de la fortuna de su carismático líder, Thaksin Shinawatra.
Los dirigentes del UDD pretenden reunir 1 millón de personas en Bangkok para presionar al gobierno y al Tribunal Supremo. Cifra excesiva, dado que en anteriores concentraciones del UDD nunca han logrado llegar a las 100.000 personas y, además, hay que tener en cuenta que desde el 14 de Octubre de 1973, donde estudiantes de todo el país salieron a las calles en Bangkok para protestar contra la dictadura militar, nunca más se ha vuelto a movilizar tal número de gente.Lo cierto es que los hechos acaecidos este pasado fin de semana demuestran que las amenazas eran ciertas y que en los próximos días habrá que seguir de cerca cómo transcurren los acontecimientos.

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