martes, 13 de abril de 2010

16 de Abril. Día de la Esclavitud infantil

16 de Abril 
El próximo viernes, 16 de Abril, no puede ser un día más.
De hecho, no es un día más.
Es el Día Internacional contra la esclavitud infantil.
Un día en el que se nos llama a tener presente una realidad absolutamente estremecedora e injusta: en este momento, en el año 2010, a comienzos del siglo XXI, más de 400 millones de niños viven en condiciones de esclavitud.
Privados de su derecho a ser niños, a la educación y al juego, a la ilusión y a los sueños, viven explotados como mano de obra esclava, sin derechos, sin remuneración, desarrollando jornadas interminables en basureros, como pescadores de perlas, en las minas para obtener las materias primas de nuestros ordenadores o teléfonos móviles, fabricando alfombras o material deportivo, cuando no son secuestrados para ser utilizados como niños soldados o como objetos de explotación sexual.
Esta realidad no nos puede ser ajena, porque no es extraña al mundo ni a la sociedad en los que vivimos.
Por eso, nos corresponde asumir la iniciativa de exigir a nuestros dirigentes políticos y, a través de éstos, a las organizaciones internacionales que adopten las decisiones que sean necesarias para garantizar que accedan a nuestros mercados únicamente aquellos productos en cuya fabricación no haya intervenido mano de obra infantil, para sancionar a las empresas que produzcan o comercialicen productos en los que, por el contrario, se haya empleado trabajo infantil, así como para perseguir y conseguir la total erradicación de la pederastia y del turismo sexual infantil y de los sectores económicos que se aprovechan del mismo.
Nos corresponde exigir también de las organizaciones sindicales que reaccionen, que dejen a un lado su pasividad y asuman su papel de denuncia de esta situación.
Finalmente, nos corresponde tomar también decisiones diarias que pueden contribuir a la erradicación de esta realidad, adoptando un consumo responsable, interesándonos por el origen de los productos de alimentación, calzado o vestido que adquirimos, exigiendo de las multinacionales que los fabrican o comercializan que garanticen que no han intervenido niños en ninguna de las fases de su producción y asumiendo en nuestros hogares el hábito de consumir productos de comercio justo.
Y, en cualquier caso, por pura y estricta justicia, nos corresponde sensibilizarnos con esta realidad, denunciarla y asumir el protagonismo que nos corresponde para lograr su desaparición.


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